Una mujer de papel

      Segundo libro del año: "La mujer de papel" de Rabih Alameddine y editado por @lumeneditorial. Para mí PRESCINDIBLE, pero con visos de imprescindibilidad. ¿Por qué? Pues porque no ha sido el mejor momento , seguramente. Y espero darle una oportunidad más adelante. 
    Hay libros que requieren atención y otros que soportan mil y una interrupciones. Este es de los primeros y ni mi cabeza ni mi corazón han estado al cien por cien para una lectura densa. 
        Pero si me quedo con algo es con Aaliya,su protagonista. Ya lo he dicho mil veces y mil veces más que lo diré. Me encantan las protagonistas fuertes, llenas de personalidad, resueltas, con vidas plagadas de decisiones erróneas y otras acertadas, que les ayudan a sobrellevar las nostalgias de lo no vivido. Me gustan las mujeres como Aaliya, sola, luchando con sus fantasmas, rechazando a su familia biológica porque no por ser su sangre le gustan. Me chifla esta mujer mayor de mentalidad joven que vive rodeada de libros, su único anclaje a la cordura. 
     "La mujer de papel"contiene historias secundarias que me han encandilado, como la de Hanna y su enamoramiento del Teniente; la niña que pide limosna y a la que Aaliya se acerca y sorprende; su relación con su madre; el Beirut de carne y hueso oculto tras balas, bombas, enfrentamientos . Y he entresacado de sus páginas frases, oraciones, párrafos ricos, llenos de connotaciones.
       Si algo ha podido conmigo en este enero frío y triste han sido las múltiples referencias a autores, libros, piezas musicales. El término "múltiple" se queda corto, en realidad. Hay páginas tan espesas y atiborradas de títulos que un lector no concentrado se pierde. No hay hilo de Ariadna que consiga desenredar un cerebro que está por la labor de perderse en cualquier laberinto.Armarse de papel y bolígrafo puede que no fuera una mala idea. 
      Soy una mujer de papel, llena de palabras escritas y habladas, que escribo y leo. A la fuerza me tenía que sentir atraída por este libro.

Comentarios

  1. En tu anterior entrada, explicas detalladamente lo que es, para ti, la "prescindibilidad" de un libro, calificación que justifica su desaparición física de tu biblioteca personal. Como llevo años intentando calibrar qué libros son prescindibles e imprescindibles para mí, no discutiré tu criterio, que me parece tan válido -o tan perverso- como cualquier otro. En realidad, tiendo a pensar que todo lo leído ha formado parte, de una manera u otra, de nuestra vida, y merece por ello una consideración especial; por otro lado, hay tantas cosas esperándonos, que resulta casi imposible revisitar obras que son auténticas vacas sagradas de la literatura (hace años que sé que tengo que volver a hincar el diente en "En Busca del Tiempo Perdido" y no veo manera).

    En tu comentario acerca de "La Mujer de Papel", calificas esta novela de prescindible, introduciendo una variable nueva (el momento de la lectura), y eso lo complica todo aún más. ¿Lo que es prescindible hoy podría ser cardinal en nuestra vida mañana? ¿Necesitaremos en el futuro ese libro que llevamos un día sin piedad a la segunda mano? ¿Es Huxley imprescindible siempre, o puede llegar un momento en que lo hagamos desaparecer porque no nos diga ya nada?

    De momento, yo sólo dejo que sigan su camino aquellas novelas que me parecen malas (por mal escritas), aunque sigo conservando auténticos bodrios como "Al Este del Edén" o "El Amante de Lady Chatterley" sin saber muy bien el porqué, aunque quizá algún día también se vayan con viento fresco.

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    1. Antes de nada: gracias. Por leer y estar.
      Y ahora, al asunto.
      Prescindible y no prescindible. Ay! Qué difícil! El asunto "espacio" es algo muy a tener en cuenta, sobre todo, cuando hay por medio una enfermedad como la que algunos tenemos, que consiste, como bien sabes en no poder resistirnos a seguir comprando y almacenando.
      Así que, triste o cruelmente, tengo que decidir qué ejemplares se quedan y cuáles se van. Es así de feo y sencillo.
      Que tome una decisión así, no hace que no tenga que darte la razón, porque la tienes. El miedo a si algún día, en un futuro, vaya a necesitar ese ejemplar del que me deshice...está ahí. Pero supongo que mi frivolidad con las compras, mi necesidad de vivir el aquí y ahora y la tranquilidad conyugal serán suficiente remedio ante la nostalgia que me invadirá llegado el caso.
      Y el momento de la lectura...Uff. Hay libros de los que obtengo distintas lecturas cada vez que los leo. Pero primero tuvieron que pasar el filtro.Y ¿cuál? Pues ese filtro inefable que se materializa en acabar una lectura y quedarte casi en blanco, sin necesidad de momento de más lectura, porque tienes que rumiar las últimas páginas, todas y cada una de las palabras, la imagen de los personajes. Ese es realmente mi filtro. Y de momento, este libro no me ha llegado.
      Acabo de escuchar la reseña de una de mis alumnas sobre este mismo libro (para que luego digan de los jóvenes: 16 años, 4ºESO, "La mujer de papel") y ha acabado diciendo: "Objetivamente tendría que haberme enamorado de este libro porque tiene todos los ingredientes necesarios para que un libro me guste. Pero algo ha fallado. No me ha llegado".Está todo dicho.
      Gracias de nuevo. Por muchas cosas.

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  2. Sin duda el momento es fundamental.Recuerdo la primera vez que leí "Cien años de soledad" y como la segunda vez, en un momento personal muy diferente, unos diez años despues (no recuerdo exactamente) leí un libro totalmente diferente y me enamoré de él. Por cierto, igual va siendo hora de leerlo por tercera vez.

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    1. Uno de los libros que más me han gustado y que tengo cerca es Nubosidad variable de Carmen Martín Gaite. Es uno de esos que de vez en cuando hojeo y releo. Cada una de las veces cambia la relación de sus protagonistas. Posiblemente porque la idea de la amistad que yo tenía cuando lo leí por primera vez con 18 años no era la misma que ahora. Y seguramente seguirá cambiando.
      De ese no me separo. Es total y absolutamente imprescindible.

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  3. Hola de nuevo !!!

    Gracias a ti por esta ventana que nos abres a tu intimidad literaria: es un placer leerte.

    No recuerdo qué escritor español perdió toda su biblioteca en la Guerra Civil y, después de eso, se negó a conservar un solo libro: los leía y los regalaba (en realidad, no sé qué hacía con ellos, pero siempre queda más vistoso regalar que vender de segunda mano).

    Siendo sincero, tengo que reconocer que rara vez he releído los libros que yo mismo calificaría de "imprescindibles", y me doy cuenta de que conservarlos es más fetichismo que otra cosa. Si los leyera y los regalara (que queda tan vistoso)... ¿dónde estaría la diferencia?

    Hoy, precisamente, me ha pasado algo muy frustrante: leyendo el último tomo del "Salón de Pasos Perdidos" de Trapiello, me encuentro con un comentario acerca de "Los Papeles de Aspern" y me digo: a por ello. Pues bien, tuve que acabar aplicando el "a por ello" a un mazapán, porque no logré encontrar los dichosos Papeles. ¿De qué me sirve tener imprescindibles, si cuando los quiero no los encuentro?

    Por otro lado, qué duda cabe que la "paz conyugal" es importante...

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