Leyendo
Acababa de jubilarse cuando decidieron que era el momento de operarse de cataratas. Le daba pánico. Es lo que suele pasarle a aquellos que nunca han estado enfermos. Los hospitales, aunque sea para asuntos rutinarios dan un cierto repelús. Tras unos días de cabeza rígida y pasó vacilante, descubrió que llevaba años sin ver. La luz adquirió brillo y los colores surgieron de golpe y porrazo. Y de pronto las letras se mostraron con nitidez. Y empezó a leer. Al principio, con vergüenza y lentitud. Es lo que tiene la falta de hábitos. Después, cogió carrerilla y se lanzó a la novela. De ahí a convencerla para que visitara la biblioteca no hubo un paso ni fue fácil. Muchos años de ignorancia llevan a pensar que hay un mundo no reservado para algunos. Pero el tesón o la cabezonería de los nietos pudo con sus sonrojos. Gracias a la pasión que sienten las persona...